Tuesday, March 02, 2010

BusterStronghart@Gmail.com

El barman del Caesar’s cuenta chistes que hemos oído mil veces.Un caballo entra en un bar, por ejemplo. Yo susurro Sarah Evers me contó ese chiste en sexto y Josey dice mi hermano Steve en 1982. Una puta, un enano, un chino, nada que no hayamos escuchado. Entonces pregunta un cliente ¿En qué se parecen los martinis y las tetas? Y se echan a reír. Se lo saben, todos se lo saben, excepto nosotras. Ni siquiera se molestan en terminarlo. El barman sólo dice Sí, pero yo siempre he dicho que debería haber una tercera, en la espalda, para cuando bailas, y baila con una mujer de aire, tras la barra, su mano sobre la teta de la espalda. Y entendemos que tres son demasiadas y una no basta. Vale, podemos superarlo. Mis tetas me gustan como los martinis, decimos: pequeñas y manoseadas o grandes y secas. Perfectas. Desbordantes. Apestando a enebro, derramándose sobre la barra. Cuando tengo migraña y ella se me insinúa digo Josey, mis tetas son como martinis. Ella asiente, solemne: Más vale que nadie les ponga las manos encima. ¿Cómo podríamos contarle al barman estos chistes? No podríamos. No se enteraría. Lo digo mientras limpio las vitrinas de la cocina y ella entiende: sucias y mojadas. Caminando en el viento Josey dice Mis tetas son como martinis y yo pido un taxi, sé que quiso decir heladas, temblorosas.

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And now a toast I heard first from the indefatigable Jose Espino, a Cuban imbiber and raconteur who was my friend for twenty-five years.

"Martinis son como las tetas de una mujer
Una no es basta
Tres son demasiada
Pero dos? --
suficiente y perfecta! "